Resulta que, aunque nuestros primeros antepasados pasaban sus días en el desierto cazando y buscando comida, también es posible que mantuvieran su cerebro activo. Investigadores de la Universidad de Arizona han descubierto una conexión entre el estilo de vida altamente activo que prevalecía en aquellos días antiguos y la prevención y el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer y otras enfermedades relacionadas con la edad.
Hace unos dos millones de años, nuestros antepasados recorrían largas distancias, mezclando períodos de actividad moderados e intensos. aerobio actividad a lo largo del día, como un medio de supervivencia. En marcado contraste, el estadounidense promedio de hoy comienza su día preparándose para el trabajo o la escuela, luego viaja en automóvil o tren a una oficina donde probablemente pasará horas en reuniones o frente a una computadora, solo para retirarse a casa para ponerse al día con la última serie en Netflix. Para los más activos entre nosotros, el ejercicio puede consistir en una hora en el gimnasio tres o más días a la semana y quizás algunas caminatas cortas esparcidas a lo largo del día. Pero, contrariamente a la creencia popular, ese nivel de actividad no borra por completo el daño que le hacemos a nuestro cuerpo durante las otras 23 horas del día, que en gran parte se pasan Sentado en una silla de escritorio o en la mesa del comedor, reclinados en el sofá familiar o durmiendo.
Se puede establecer una conexión obvia entre la situación actual sedentario El estilo de vida y una serie de problemas de salud prevalentes en la era moderna, como la obesidad y las enfermedades crónicas, pero ¿cómo afectan los bajos niveles de actividad a nuestras capacidades cognitivas? Los coautores del estudio plantean la hipótesis de que la cantidad de ejercicio que realizaban nuestros antepasados reducía la carga de un genotipo que conduce a un alto riesgo de enfermedad de Alzheimer, enfermedad cardiovascular y aumento de la mortalidad. Como resultado, los investigadores destacan la importancia del ejercicio como una posible herramienta de prevención e intervención de enfermedades.
Más allá de reducir el riesgo de enfermedades, el papel que el movimiento y el ejercicio juegan en la salud de una persona es... cognitivo El rendimiento no se puede subestimar. Muchos estudios de investigación han demostrado que realizar actividad física con regularidad mantiene nuestro cerebro en plena forma, ayudándonos a concentrarnos, recordar y pensar con más claridad. Y si bien no es exactamente factible adoptar un estilo de vida de cazadores y recolectores en el mundo actual, tal vez la moraleja sea que moverse (con mayor frecuencia y durante períodos más prolongados) puede ayudar a prevenir enfermedades y mejorar nuestra función cerebral. Solo algo para pensar la próxima vez que te pongas a ver series y películas sin parar. Game of Thrones o dejar pasar la oportunidad de ir en bicicleta a la oficina.
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