El invierno es una época del año maravillosamente majestuosa, pero por más bonita que sea la nieve y el hielo, puede presentarnos muchos obstáculos. Estar atento a lo que nos rodea cuando estamos al aire libre es fundamental para prevenir lesiones.
Lo primero que debes tener en cuenta es el calzado. Las botas o zapatillas con tracción son la mejor opción para condiciones de hielo y nieve. Presta atención a lo que tienes delante y al suelo cuando camines. Evita los bancos de hielo y, si es posible, agárrate a las barandillas cuando bajes una pendiente.
Cuando estés al aire libre, asegúrate de abrigarte adecuadamente. Si la temperatura desciende por debajo del punto de congelación, ponte un abrigo de invierno, un gorro, bufandas y guantes para mantenerte abrigado. Además, llevar varias capas debajo del abrigo te ayudará a protegerte de las inclemencias del tiempo. Mantenerte abrigado te mantendrá cómodo y evitará que sufras congelación o hipotermia, y te permitirá llegar a tu destino con calma, lo que reducirá la posibilidad de resbalones y caídas al correr sobre el hielo y la nieve.
¡Mantenga su auto abastecido cuando viaje durante los meses de invierno! Aunque es mejor evitar conducir durante una tormenta invernal, a veces, debido a obligaciones personales y laborales, será necesario viajar. Deberá asegurarse de tener herramientas para quitar la nieve en su vehículo para poder conducir de manera segura con las ventanas y parabrisas limpios. Dependiendo de dónde viva, si las fuertes tormentas invernales son la norma en esta época del año, es posible que desee viajar con mantas, comida y agua si se queda atrapado en algún lugar. Evitar viajar durante los fenómenos meteorológicos invernales es la opción más segura.
Por último, asegúrese de cambiar las pilas de su detector de monóxido de carbono, ya que los casos de intoxicación por monóxido de carbono aumentan en invierno. Durante los meses de invierno, los factores de riesgo son mayores debido a la mayor necesidad de dejar el vehículo en ralentí antes de viajar y a la presencia de monóxido de carbono procedente de los calentadores de ambiente y las chimeneas.
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